Un grupo de delegados de la UTA, que fueron elegidos por los trabajadores, protagonizaron, en la Ciudad de Córdoba, hechos de violencia e indisciplina que es necesario explicar a los compañeros y al público en general.

El gremio es una institución de inspiración, naturaleza y funcionamiento democrático. Las autoridades son elegidas por el voto de los afiliados, en elecciones que son transparentes y ejemplares. En nuestro pensamiento no hay sector social más democráticamente organizado que nuestra clase trabajadora.

Ahora bien, una vez que las autoridades están elegidas, la institución funciona sobre la base del principio de autoridad, que es el mandato que los votantes le han conferido a los que conducen a través de las urnas. En este marco, toda desobediencia a lo que disponen los cuerpos orgánicos de conducción no es un acto de libertad sino una grave indisciplina que pone en riesgo el funcionamiento y la sobrevivencia del conjunto. Algunos compañeros equivocados han desoído este principio y han enfrentado a las autoridades del gremio para lo que no tienen autoridad ni representación.

En otras palabras, nuestra organización está siempre en defensa de sus trabajadores y de la verdadera democracia y por lo tanto no podemos entender que algunos compañeros, confundidos, avalen a otros compañeros que no son orgánicos de la institución poniendo en peligro las fuentes de trabajo y la vigencia de la ley laboral.

Lo más probable es que estos delegados fueron engañados por otros personajes, ya que no podemos llamarlos dirigentes, persiguiendo fines políticos espurios e intereses personales. Son los que quieren volver al pasado de la violencia irracional.

Hoy más que nunca tenemos que continuar con la construcción de la Comunidad Organizada, sobre la base del trabajo productivo, la solidaridad y la justicia social. Que se entienda, la UTA, sus legítimos dirigentes no somos golpistas, estamos comprometidos y bregamos por la verdadera justicia social.

Tenemos claro que sin trabajo no se puede recuperar nuestra querida Nación.

Tengamos presente que cuando los trabajadores no respetamos nuestros gremios corremos el riesgo de convertirnos en juguete de los empresarios, y debe ser a la inversa, es el capital el que tiene que estar al servicio de la economía.

Nuestra respuesta contra la política de dividir para reinar, debe ser la de establecer las bases políticas de unirnos para liberarnos.